DO REINO DA ESTUPIDEZ
Partes Gagas
Contribuiu ontem para um dia cansativo a obrigação de participar em evento relacionado com os destinos da Universidade Portuguesa; ocasião que, mau grado o calor, não teria sido desinteressante não fora a conexa obrigação de ter de ouvir figura grada do nosso Ministério da Ciência e Ensino Superior debitar aquele tipo de enormidades que hoje em dia mais facilmente me irritam e me perturbam. O personagem, com todos os tiques, cheiros e atavios do deslumbrado homem novo da governança que temos, pertence e comunga do paradigma de pensamento do Sr. Ministro Gago; um crânio sobre o qual me vem sempre à cabeça a boutade de Oscar Wilde sobre a caça montada à raposa: "the unspeakable in porsuit of the uneatable". Ora, a pequena pitonisa de que vos falava, declamava em transe a lição do gago Apolo com todo o rigor da insuportável suficiência que maquilha a insegurança da estreiteza de vistas, as conexas certezas positivas e a pesporrência do "que sabe" mal calçado nas botas de “quem governa”. Entre várias pérolas, colhi a lição que se vai repetindo à saciedade em banda larga: o eldorado das Ciências, a via redentora da investigação no âmbito das ciências positivas, o confinamento progressivo das Humanidades ao ghetto das curiosidades improdutivas cuja sobrevivência se assegura na rotulação genérica da “cultura geral”. O dislate (que já vai sendo dislate de Estado pela glosa consagradora das várias instâncias da nossa hierarquia) daria pano para mangas. Este blogue já anda de manga curta pelo que não está para aí calhado. Mas na frescura da noite lisboeta apeteceu-me reler a lição magistral de Mestre Ortega sobre “Misión de la Universidad”. E é pena que essas verdades proclamadas em 1930 vão sendo esquecidas, se é que alguma vez foram meditadas. Lembra aquele topos clássico: “anões nos ombros de gigantes…”
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“Cultura general”. Lo absurdo del termino, su filisteismo, revela su insinceridad. “Cultura”, referida al espiritu humano -- y no al ganado o a los cereales --, no puede ser sino general. No se es “culto” en fisica o en matematica. Eso es ser sabio en una materia. Al usar esa expresion de “cultura general” se declara la intencion de que el estudiante reciba algun conocimiento ornamental y vagamente educativo de su caracter o de su inteligencia. Para tan vago proposito tanto da una disciplina como otra, dentro de las que se consideran menos tecnicas y mas vagarosas: vaya por la filosofia, o por la historia, o por la sociologia!
Pero el caso es que si brincamos a la epoca en que la Universidad fue creada -- Edad Media -- vemos que el residuo actual es la humilde supervivencia de lo que entonces constituia, entera y propiamente, la ensenanza superior. La Universidad medieval no investiga; se ocupa muy poco de profesion; todo es... “cultura general” --- teologia, filosofia, “artes”.
Pero eso que hoy llaman “cultura general” no lo era para la Edad Media; no era ornato de la mente o disciplina del caracter; era, por el contrario, el sistema de ideas sobre el mundo y la humanidad que el hombre de entonces poseia. Era, pues, el repertorio de convicciones que habia de dirigir efectivamente su existencia.
La vida es un caos, una selva salvaje, una confusion. El hombre se pierde en ella. Pero su mente reacciona ante esa sensacion de naufragio y perdimiento: trabaja por encontrar en la selva “vias”, “caminos”; es decir: ideas claras y firmes sobre el Universe, convicciones positivas sobre lo que son las cosas y el mundo. El conjunto, el sistema de ellas, es la cultura en el sentido verdadero de la palabra; todo lo contrario, pues, que ornamento. Cultura es lo que salva del naufragio vital, lo que permite al hombre vivir sin que su vida sea tragedia sin sentido o radical envilecimiento.
No podemos vivir, humanamente, sin ideas. De ellas depende lo que hagamos, y vivir no es sino hacer esto o lo otro. Asi el viejisimo libro de la India: “Nuestros actos siguen a nuestros pensamientos como la rueda del carro sigue a la pezuna del buey”. En tal sentido -- que por si mismo no tiene nada de intelectualista -- somos nuestras ideas.
Gedeón, en este caso sobremanera profundo, haria constar que el hombre nace siempre en una epoca. Es decir, que es llamado a ejercitar la vida en una altura determinada de la evolution de los destinos humanos. El hombre pertenece consustancialmente a una generacion, y toda generacion se instala no en cualquier parte, sino muy precisamente sobre la anterior. Esto significa que es forzoso vivir a la altura de los tiempos, y muy especialmente a la altura de las ideas del tiempo.
Cultura es el sistema vital de las ideas en cada tiempo. Importa un comino que esas ideas o convicciones no sean, en parte ni en todo, cientificas. Cultura no es ciencia. Es caracteristico de nuestra cultura actual que gran porcion de su contenido proceda de la ciencia; pero en otras culturas no fue asi, ni esta dicho que en la nuestra lo sea siempre en la misma medida que ahora.
Comparada con la medieval, la Universidad contemporanea ha complicado enormemente la ensenanza profesional que aquella en germen proporcionaba, y ha anadido la investigacion quitando casi por completo la ensenanza o transmision de la cultura. Esto ha sido, evidentemente, una atrocidad. Funestas consecuencias de ello que ahora paga Europa. El caracter catastrofico de la situacion presente europea se debe a que el ingles medio, el frances medio, el aleman medio son incultos, no poseen el sistema vital de ideas sobre el mundo y el hombre correspondientes al tiempo. Ese personaje medio es el nuevo bárbaro, retrasado con respecto a su epoca, arcaico y primitivo en comparacion con la terrible actualidad y fecha de sus problemas. Este nuevo barbaro es principalmente el profesional, mas sabio que nunca, pero mas inculto tambien --- el ingeniero, el medico, el abogado, el cientifico.
De esa barbarie inesperada, de ese esencial y tragico anacronismo tienen la culpa, sobre todo, las pretenciosas Universidades del siglo xix, las de todos los paises, y si aquella, en el frenesi de una revolucion, las arrasase, les faltaria la ultima razon para quejarse. Si se medita bien la cuestion, se acaba por reconocer que su culpa no queda compensada con el desarrollo, en verdad prodigioso, genial, que ellas mismas han dado a la ciencia. No seamos paletos de la ciencia. La ciencia es el mayor portento humano; pero por encima de ella esta la vida humana misma, que la hace posible. De aqui que un crimen contra las condiciones elementales de esta no pueda ser compensado por aquella. El mal es tan hondo ya y tan grave, que dificilmente me entenderan las generaciones anteriores a la vuestra, jovenes…”
J. Ortega y Gasset, Misión de la Universidad, I, (1930)